
Outsider da en la clave. Necesito aspirinas para el dolor de cabeza.
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Calamarín se marchó de vacaciones. Con la maleta a juego con los zapatos, seguro.
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Ronronia, caja de sorpresas, afirma que es una enamorada del jazz. Aquí están muchos de los que son.
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Marquis de Lannes nos trae la moda de 2012. Mucho color y formas imposibles.
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Outsider sigue en sus paredes. Pintadas y sin pintar. Todo un debate.
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Stultifer encuentra algunas tonterías tremendas en YouTube. Aquí, un ejemplo.
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Uno paseaba en Madrid por el Ritz y la vio. Los ocupantes del coche se sintieron importantes un instante.

En su paseo llegó al madrileño barrio de Salamanca y, sin temor ni superstición, alzó su cámara y al muchacho de debajo de la escalera fotografió. Observa Mariana desde lo alto la escena.
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Juan Carlos comentó algunas ideas geniales... o rebajas de los chinos.
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Ronronia hablaba de los reflejos. Yo le preguntaba si la tristeza tenía. ¿Los tiene?
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Adrianos y Thiago nos descubrieron en El País la instalación del creador británico Martin Creed para el Festival de Edimburgo. Por lo visto la idea le surge con los colores del mármol, del que dice brilla con el agua (yo añadiría que resbala). El caso es que seleccionó todos los colores posibles y se montó una escalera como la de la imagen. La de la imagen, para ser más exactos. Dentro de un tiempo llegará el diseñador de turno y colocará una alfombra roja encima y a tomar por saco la instalación. ¿Por qué será que el que llega el último se cree el más listo?
Cuentan las crónicas que en La Habana existe un monumento a los zapatos. No es el único lugar donde esto ocurre. Tenemos ejemplos también en la ciudad colombiana de Cartagena de Indias, o en Budapest. Lo de La Habana es de película. Nunca idearon este monumento, sino que ha sido la Historia la que lo ha preservado así. O más bien, el pueblo cubano. Pertenecen estos zapatos al corrupto ex presidente y entregado en cuerpo y alma al imperio, Tomás Estrada Palma. La embestida popular arremetió en 1959 contra el monumento y sólo le dejaron los zapatos hasta hoy día. Es como si sobre su memoria se hubiera extendido un decreto de rencoroso castigo por haber asumido la primera presidencia de Cuba. Se encuentra en la Avenida G, o Avenida de los Presidentes, junto al Hotel Presidente, y muy cercano al Malecón. Hemos encontrado, buscando y buscando, cómo era originariamente el monumento. Casi mejor como está en la actualidad.